EPHEMERAL
David Romero
En 1818, Percy Bysshe Shelley publica un famoso soneto que expresa la vanidad de la arrogancia y de las creaciones del hombre:
Conocí a un viajero de una tierra lejana.
Me dijo: «Dos enormes piernas de piedra, sin cuerpo, se levantan en el desierto.
Cerca de ellas, medio hundido en la arena, yace un semblante roto cuyo ceño, desdeñoso, labio y expresión de frío mando,
cuentan que quien lo esculpió bien supo leer las pasiones que, estampadas en estos objetos inertes,
sobreviven aún a la mano que las captó y al corazón que las alimentó.
Y se ven en el pedestal estas palabras:
Mi nombre es Ozimandias, rey de reyes: ¡contempla mis obras, oh poderoso, y pierde toda esperanza!
Nada al lado queda: en torno a la desolación de este colosal naufragio, infinitas, desnudas, sólo las mansas y solitarias arenas se extienden.»