Ana Maria Westphalen nos presenta una obra escultórica construida estéticamente sobre la estructura del cuerpo humano, seccionado en el tronco.

Con sutiles formas diferenciamos lo masculino de lo femenino. No es una voluntad estética azarosa, sino el resultado de una reflexión que contextualiza a los protagonistas de su creación en el presente.

«Cuerpos Fracturados» contiene la necesidad de la artista de interpelar al espectador sobre las múltiples fracturas que nos hacemos con los innumerables actos de autodestrucción que se cometen hoy en día.
Pero no sólo es una voz de alerta, también es un acto de esperanza, ya que, a pesar de ser cuerpos incompletos, es en el torso donde se encuentran la mayoría de los órganos y la columna vertebral. Ahí se encuentran contenidos los órganos responsables de la vida.

Escultora de multiversos, recurre a la combinación de diversas técnicas y materiales para agudizar nuestra percepción primaria sobre la forma y la materia y conducirnos más allá de este universo de cuerpos observables. Vientres con rosas repujadas en metal evocan protección o reconstrucción. Mariposas que revolotean y rosas en cerámica surgen de una crisálida torácica, preludio de un nuevo ser humano.
Estudios preparatorios en dibujos sobre papel completan esta colección y dan cuenta de las líneas depuradas que Westphalen opta por el conjunto de sus obras.

Ella prioriza la sutileza y minimiza el contraste, remitiendo a través de la desnudez de los torsos al hombre universal, libre de todo y cualquier código. En ellos podemos posar la mirada y evitar la indiferencia hacia las fracturas de esos cuerpos que pueden ser nuestros y que, a pesar de incompletos, contienen el órgano símbolo por excelencia del amor: el corazón.

Malena Santillana