Toda imagen es portadora de pensamientos, nos traslada la idea del objeto representado, enmarcado en un espacio y en un tiempo escogidos, conscientemente o no, por el artista.
En esta exposición la artista Gloria Lorenzo representa la naturaleza como expresión de belleza y sensibilidad. Sus obras surgen desde la contemplación de la naturaleza y el efecto que ésta tiene en su mundo interno. El movimiento de sus obras nos trasmite la inclemencia o serenidad de sus cielos, sus variaciones tonales nos envuelven en la calidez de una luz que acoge o en la nubosidad que nos invita a la introspección, su composición nos regala diversos horizontes, lugares “donde se unen el cielo y la tierra”, alegoría del encuentro de dos realidades aparentemente disímiles, pero inseparables, que albergamos todos, una etérea o espiritual y otra concreta y material.
Lorenzo refiere que el tiempo y las experiencias le enseñaron a observar y vincularse con la realidad desde una mirada interna: “esta belleza que descubro, que yo percibo y siento, curiosamente la encuentro también cuando dibujo y pinto los retratos. No solo por esa belleza perfecta o imperfecta exterior, sino por lo que percibo en el retratado. Y me pregunto si existe en las personas un lugar donde también se funden el Cielo y la tierra (lo material y lo espiritual). Y si se da esta unión, si existe, ¿dónde está? Esta forma de vivir el arte para mí ha cobrado un nuevo sentido y responsabilidad. Porque descubro y creo que la inspiración y la creación son un acto de amor”.
Las obras de Gloria despiertan en nosotros recuerdos, historias y emociones que las preceden, nos llevan de vuelta a tiempos y espacios lejanos y nos invitan a nuestra propia introspección.
Yessica Hernández
Comisaria