Madrid es una constante en la obra de Pilar Fanjul. El paisaje urbano donde conviven arquitectura y naturaleza, sirve como calmo escenario para acoger y dar protagonismo a sus monumentos, plazas y calles. Esta sensación de vida urbana es reforzada por sus marcadas líneas de fuga, que integran sus cielos cambiantes y la calidez de sus gentes, representadas por las luces. Su obra transmite placidez. Son espacios habitados, por ventanas que sugieren vida plena y por coches que transitan bajo la lluvia en dirección a ella.

“Retroactivas” es una muestra que trata de expresar el sistema que habitamos, nos sitúa en la latencia de un tiempo pasado que aún nos determina. Ello se observa en la producción pictórica de la artista, sobre todo en las obras donde prevalecen las sobreposiciones de materiales metálicos, obras de factura contemporánea, pero con evocación a la luz buscada por los impresionistas y por el maestro Velázquez.

En esta exposición conviven el realismo, lo abstracto y la emoción de lo sugerente, esa emoción que suscita aquello que no controlamos, como esa incertidumbre amistosa que experimentó la artista, un 24 de junio, cuando un pollo de urraca aterrizó en su cabeza
mientras pintaba. Así lo llamó Jota.

“Llegó perdido a mi vida la tarde de San Juan. Al encontrarse con mi comportamiento totalmente normalizado, entendió que yo no era una amenaza. Ese protocolo de respeto era el único aglutinante posible que sustentó una amistad de dos meses. Adquirí un horario nuevo, un vocabulario distinto, nuestros ritmos eran antagónicos, pero el entusiasmo, generosidad y estar mirando a la muerte a la cara hacía que todo lo raro fuese un punto de partida”.

Las obras de Pilar Fanjul son expresión de belleza y sensibilidad, logrado por el dominio del modelado del color, la sutileza de su migración cromática en las texturas y el manejo del volumen.

Se trata de una exposición hecha con alma desde sus recuerdos y experiencias.

Yessica Hernández